Esta historia que cuento
no tiene consuelo
y se ha dormido
por culpa de un hoyuelo
que no está en su sitio.
De pronto, me quemé.
Se me congeló el llanto.
Lo que en ese momento,
se me pasó por el cuerpo…
No lo puedo explicar
solo te podía amar.
Me enseñaste a sentir
para luego salir de mí
El primer intento
fue más fallo que acierto.
Tú lo empezaste todo,
y tú me dejaste solo
Con el paso del tiempo
yo me rompía por dentro.
Mientras yo pensaba, iluso de mí,
que la solución estaba en ti.
Aquello, a poco que pienso
sé que fue más fallo que acierto.
Tú siendo feliz,
y yo a punto de morir.
Nació, de esa muerte
lo que soy ahora.
Y ahora soy, y con suerte,
lo que salvaron tres personas.
No se iba tu recuerdo,
llevaba encima su peso.
Como si fueses lava
mi alma quemabas.
Mi deseo de vivir,
mi deseo no fallar
mi deseo de acertar,
mi deseo de no estar,
a punto de morir.
Todo eso hizo
que sin querer queriendo
se acababa el desafío
del desamor primero.
Volví a mandar yo.
Tu poderío acabó.
Lo que no sabía
es que esto sería
el primer asalto de dos.
Como si fuese una noche
en la que no puedes dormir,
apareció otra vez tu nombre
y yo lo volví a sentir.
Igual que en el primero,
ni yo entiendo
lo que pasó el nuevo intento.
Esto siento:
Hoy no me duermo,
que estoy soñando.
Hoy no despierto
que estoy volando.
Vuelo veloz sin alas,
caída libre.
De esta dolorosa llama
no hay quien me prive.
No sé si soy barco sin puerto
o soy un puerto sin sus muelles.
Pero tú sabes que no miento,
chiquilla: tú a mí me puedes.
Yo soy de quien me mira
diciéndole a mí alma
que ya no tiene salida.
Yo soy preso de una mirada.
Fue rápido mi suspiro,
aquel de incredulidad.
Mas
con tu miedo a cambiar
no me diste ni un respiro.
Moriría con tu presencia
pero el mío es un corazón
que sin tu calor,
se moriría de ausencia.
Mi alma se hace pedazos
al ver que no eres feliz.
Mi alma se parte las manos
aplaudiéndote a ti.
Se acaba la partitura
mas la música continúa
al son de mis latidos
que es la mejor melodía.
Pobreza de mi corazón
en la entrega sin medida
que por querer ser lo no pudimos,
me quedé yo sin mi son.
Yo no me muero.
Yo me hago eterno.
Y aquí sí que sí,
si sigues así
seguirás mis pasos
serás eterna en mis brazos.
Y cuando me pregunten
de dónde vengo,
diré «de sus brazos,
que es el mismo cielo».
Dichoso aquel fiel reflejo.
Sí, el de tus pupilas.
Sí, el que me da vida.
Sí, aquel que rompe mis sueños.
Tanto el miedo
como los recuerdos
pesaron demasiado
y con todo acabaron.
Breve fue el vuelo,
pero más que nunca
la caída fue dura.
Ahí morí de nuevo.
Mi reloj rompiste
y con esa arena hiciste,
aunque con dulzura,
mi sepultura.
Me despedí diciendo
que lo que yo quiero
es que te hagan feliz.
Pero que no vuelvas a mí.
El segundo intento
fue más fallo que acierto.
Tú lo empezaste todo
y tú me dejaste solo.
Con el paso del tiempo
yo me rompía por dentro.
Mientras yo pensaba, iluso de mí,
que la solución estaba en ti.
Aquello, a poco que pienso
sé que fue más fallo que acierto.
Tú siendo feliz,
y yo, apunto de morir.
Me voy con la sensación
de que ha sido un sueño
que en mi noche no aguantó.
Pero no me arrepiento.
Mi conciencia me habla
y me dice
que te olvide
que bueno no traes nada.
Se acabó mi amor por ti
todo se acaba hoy.
Ahora sí soy feliz
Porque no estoy,
a punto de morir.
Antonio Pantoja